He encontrado una sentencia salomónica pronunciada por un neurólogo clínico que nos menciona que “nos conocemos a nosotros mismos por que recordamos”. A una primera impresión pareciera una falacia con fondo científico. Cierto es que quizás encontremos verdad en tal aseveración si nos detenemos un momento y escrutamos cada acción que realizamos día a día. Todos los aspectos humanos de nuestra conducta son aprendidos: el idioma que hablamos, la manera de vestirnos, la elección de nuestra dieta y hasta como comemos. Es decir, gran parte de nuestra individualidad depende del aprendizaje y la memoria.
So pretexto, deberíamos tener una conversación honesta con nuestro yo, atrevernos a volcarnos a nuestro interior y recordar, recordar que hemos aprendido. Algunos hemos tenido la dicha de ser parte de este movimiento llamado escultismo donde nuestros guías haciendo su mayor esfuerzo y hasta donde se capacidad daba libraban de manera semanal la titánica batalla de querer enseñarnos la ley scout. Utilizando desde juegos, sanciones, pláticas, ejercicios, pero siempre tratando de enseñarnos.
Algunas generaciones después, cuando ya nos desempeñamos en realidades concretas -padres de familia, profesionistas, empleados, sacerdotes, religiosas, militares- que requieren que nos movamos a cierta velocidad por que el de adelante no deja pasar y el de atrás te viene pisando el talón, olvidamos lo aprendido. Y nos tenemos que alinear a los estándares que son proclamados como los correctos. Por que según el mundo lo que nos han enseñado cuando pequeños no aplica a las situaciones que la vida adulta nos pone en frente.
Hoy, con toda modestia, los invito a recordar lo una vez nos dijeron: que una vez scout, scout para siempre. Nuestras realidades concretas no tienen por que no estar en comunión con lo una vez aprendido: seguimos siendo scouts, y lo mejor, scouts de potrero.
So pretexto, deberíamos tener una conversación honesta con nuestro yo, atrevernos a volcarnos a nuestro interior y recordar, recordar que hemos aprendido. Algunos hemos tenido la dicha de ser parte de este movimiento llamado escultismo donde nuestros guías haciendo su mayor esfuerzo y hasta donde se capacidad daba libraban de manera semanal la titánica batalla de querer enseñarnos la ley scout. Utilizando desde juegos, sanciones, pláticas, ejercicios, pero siempre tratando de enseñarnos.
Algunas generaciones después, cuando ya nos desempeñamos en realidades concretas -padres de familia, profesionistas, empleados, sacerdotes, religiosas, militares- que requieren que nos movamos a cierta velocidad por que el de adelante no deja pasar y el de atrás te viene pisando el talón, olvidamos lo aprendido. Y nos tenemos que alinear a los estándares que son proclamados como los correctos. Por que según el mundo lo que nos han enseñado cuando pequeños no aplica a las situaciones que la vida adulta nos pone en frente.
Hoy, con toda modestia, los invito a recordar lo una vez nos dijeron: que una vez scout, scout para siempre. Nuestras realidades concretas no tienen por que no estar en comunión con lo una vez aprendido: seguimos siendo scouts, y lo mejor, scouts de potrero.
1 comentarios:
AUN DESPUES DE MUCHOS AÑOS DE HABER DEJADO EL MOVIMIENTO SCOUT CON UN SERVICIO DE MAS DE 10 AÑOS COMO AKELA, AUN SEGUIMOS SIENDO SCOUTS, GRACIAS POR MANTENER VIVO EL ESPIRITU SCOUT EN NUESTRA COMUNIDAD
Publicar un comentario