Somos un pueblo que esta arraigado a sus creencias y gracias a ellas hemos logrado salir estoicos en más de una adversidad que nos ha tocado vivir: creemos en la familia, en nuestras tradiciones, en nosotros mismos. El vitalismo incesante que nos impulsa a sentirnos no solo parte de un país sino ahora de un mundo globalizado nos puede llegar a confundir, planteándonos cuestionamientos tales como que para ser parte de este mundo globalizado debemos adaptarnos a él dejando a un lado nuestra esencia, llevándonos cada día, en el fondo, a un individualismo asfixiante. Debemos de discernir que los medios que tenemos al alcance son precisamente eso, medios que están al servicio del hombre para su plena realización. Si hoy gracias a estos medios podemos conocer más las tradiciones y costumbres de nuestros hermanos en alguna otra parte del mundo, pues lo celebramos por que se nos permite conocer su esencia. Partir de ahí para querer emular y tomar como propias sus tradiciones es algo poco o nada inteligente. Pues dos costumbres tan arraigadas a pueblos que se han forjado con una historia diferente, resulta irracional querer amalgamar dos creencias por más que en la forma se asemejen cuando el fondo es diferente. Lo que nos hace a los mexicanos un pueblo con una cultura rica en tradiciones por ejemplo, es que nuestros abuelos, no solo creían en sus tradiciones sino que nacíamos amamantados por ellas tanto así que en nuestra sangre ya viene la dosis exacta de valor para tutearnos con la muerte, para reírnos de ella, para llamarla cuando nos rompen el corazón, de ahí que no le tenemos tanto pavor a los muertos como a los vivos. Nacemos con la convicción encarnada en los huesos de que nuestros seres queridos vienen, es sacrilegio pensar que no sea así. Preparamos año con año el altar para celebrar la reunión de vivos y muertos, cuando menos una vez al año a compartir la sal y el pan nuestro de cada día. Debemos con nuestro actuar diario ser coherentes con nuestra identidad por que el final del día es lo que nos queda como mexicanos.
¡ B i e n v e n i d o s !
Un gran novelista de nuestro tiempo nos expone que “la vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda y como lo recuerda para contarlo”. En esencia este es el fin de esta blog, sin mayor pretensión que ser el punto donde converjan ecos de los recuerdos de aquellas aventuras vividas, que hoy perpetuamos con una ternura infinita, y que no podríamos imaginar de otra forma nuestro descubrimiento del mundo. Estamos aquí pues, escrutando nuestra memoria baúl de los recuerdos para contarles de la mejor forma posible como entro el Escultismo en nuestra vida.
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